Entrevista a Hilario Hernández, especialista y autor de varios estudios sobre las bibliotecas promovidos por el Ministerio de Cultura
“LA CREACIÓN DE UNA SOCIEDAD LECTORA EN ESPAÑA TODAVÍA ESTÁ PENDIENTE”
“LA CREACIÓN DE UNA SOCIEDAD LECTORA EN ESPAÑA TODAVÍA ESTÁ PENDIENTE”
Hilario Hernández Sánchez es autor de numerosas publicaciones en el ámbito de las bibliotecas públicas, la lectura y la gestión de servicios culturales. Recientemente participó en el encuentro anual de bibliotecarios de Gran Canaria celebrado en Arucas, y asistió a la constitución oficial del Pacto por la Lectura impulsado por el Cabildo grancanario. El también director del proyecto Tibidabo, referido a Bibliotecas Públicas en Ciudades y Regiones de Europa, se ha responsabilizado también en los últimos años de diversos estudios sobre la situación y evolución de las bibliotecas públicas en España promovidos por el Ministerio de Cultura. Hernández dirige actualmente el Observatorio del Libro y la Lectura de Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha y es presidente del Comité Científico del Observatorio de la Lectura de Andalucía. En esta entrevista desvela su preocupación por los recortes presupuestarios aplicados en el sector de las bibliotecas, y señala que los nuevos soportes tecnológicos obligan al lector del siglo XXI ha replantearse su relación tradicional con el libro y la lectura.
“Las bibliotecas del futuro serán como las demanden los usuarios y lectores. Nos aproximamos a un futuro híbrido en donde se producirán cambios muy importantes y mayores de los que hemos conocido hasta la fecha en el ámbito de la información, del conocimiento y la lectura como herramienta básica del progreso”, explica el especialista, quien asegura que “actualmente no existe ningún elemento riguroso que haga previsible la desaparición del libro analógico por muchos que los gurús de la red digital quieran enterrarlo desde hace tiempo”.
Hilario Hernández sentencia que “todo parece indicar que habrá un futuro de lectores, aunque muy vinculados al entorno digital, que exige lectores activos con competencias en numerosos recursos multimedias. Las personas que tengan mejores hábitos de lectura serán las más preparadas para un desarrollo individual y profesional en el marco de una colectividad. Se ha demostrado que los países más desarrollados y que mejor han explotado los recursos que ofrece la revolución tecnológica, son aquellos cuya ciudadanía estaba más familiarizada con los entornos analógicos de la lectura”.
MODELO ESCANDINAVO
A juicio del entendido, “las bibliotecas en España tienen que transformarse mucho todavía, porque hemos desarrollado un modelo de centros vinculados al patrimonio bibliográfico, superado desde hace bastantes décadas en el mundo anglosajón. El entorno en el que se desarrolla el acceso a la información y al conocimiento así lo exige. En Escandinavia las bibliotecas están cada vez más acentuando su papel educativo como espacios de alfabetización informacional de cara a la autonomía de personas adultas, en un mundo global en donde se tiende a lo local, poniendo en valor el compromiso con la cultura y el desarrollo de servicios en el marco de una comunidad determinada. Aquellas bibliotecas que mejor negocien el futuro y mejor servicio presten a la ciudadanía serán las que apuesten por los servicios en red, dejando de operar desde la atomización”, sentencia.
“Todas las transformaciones y modificaciones que impone la revolución tecnológica en la creación, difusión, codificación y uso último de la información y del conocimiento, se producen vertiginosamente cada vez con mayor rapidez. El mundo que vivimos ahora en las bibliotecas era inimaginable hace diez años. Debemos estar preparados y concienciados para un mundo en permanente transformación, y para ellos debemos jugar con modelos flexibles que nos permitan adaptarnos a las nuevas realidades. Darwin ya auguró que las especies que mejor sobreviven a la evolución no eran aquellas más fuertes e inteligentes, sino aquellas otras que eran capaces de adaptarse a los cambios”.
Según Hilario Hernández en el ranking de políticas bibliotecarias por comunidades autónomas españolas, se llevan la palma las gestionadas en Castilla-León, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco. En relación con otros países europeos, el hábito lector de los españoles presenta “déficits importantes”. Para Hernández “en España está todavía pendiente la creación de una sociedad lectora”, y recuerda que en nuestro país “el proceso de alfabetización se inició muy tarde, de tal manera que al final del siglo XVIII el porcentaje de personas alfabetizadas en países como Inglaterra, Francia o Noruega, superaba el 80 por ciento de la población, mientras que en España inauguramos el siglo XX con el 30 por ciento de la población alfabetizada. Partimos de una cultura en la que la lectura no era especialmente valorada. Nuestro héroe por excelencia, el Quijote, se volvió loco al decir de sus paisanos por la cantidad de libros que leía. En los últimos 30 años esa tendencia se ha ido modificando, aunque los mayores déficits se perciben en las generaciones por encima de los 50 años”, avanza.
A los políticos que están tentados de aminorar presionados por la crisis los presupuestos destinados al mantenimiento de las bibliotecas, Hilario Hernández les recuerda que dichos centros “no son un gasto, sino que hay que entenderlos como una inversión de futuro. Los bibliotecarios norteamericanos pusieron de moda una frase hace cuatro años cuando se practicaron una serie de brutales recortes en centros públicos: recortar en tiempos de crisis en bibliotecas era como en tiempos de epidemia recortar en hospitales. Precisamente en tiempos de crisis económica necesitamos más inversión en mejorar nuestra cualificación humana y profesional. Las bibliotecas públicas, junto con la Educación, son los servicios que hemos inventado los humanos para poder ayudar a los individuos a entenderse y respetarse como seres inteligentes y libres”, concluye el especialista.
“Las bibliotecas del futuro serán como las demanden los usuarios y lectores. Nos aproximamos a un futuro híbrido en donde se producirán cambios muy importantes y mayores de los que hemos conocido hasta la fecha en el ámbito de la información, del conocimiento y la lectura como herramienta básica del progreso”, explica el especialista, quien asegura que “actualmente no existe ningún elemento riguroso que haga previsible la desaparición del libro analógico por muchos que los gurús de la red digital quieran enterrarlo desde hace tiempo”.
Hilario Hernández sentencia que “todo parece indicar que habrá un futuro de lectores, aunque muy vinculados al entorno digital, que exige lectores activos con competencias en numerosos recursos multimedias. Las personas que tengan mejores hábitos de lectura serán las más preparadas para un desarrollo individual y profesional en el marco de una colectividad. Se ha demostrado que los países más desarrollados y que mejor han explotado los recursos que ofrece la revolución tecnológica, son aquellos cuya ciudadanía estaba más familiarizada con los entornos analógicos de la lectura”.
MODELO ESCANDINAVO
A juicio del entendido, “las bibliotecas en España tienen que transformarse mucho todavía, porque hemos desarrollado un modelo de centros vinculados al patrimonio bibliográfico, superado desde hace bastantes décadas en el mundo anglosajón. El entorno en el que se desarrolla el acceso a la información y al conocimiento así lo exige. En Escandinavia las bibliotecas están cada vez más acentuando su papel educativo como espacios de alfabetización informacional de cara a la autonomía de personas adultas, en un mundo global en donde se tiende a lo local, poniendo en valor el compromiso con la cultura y el desarrollo de servicios en el marco de una comunidad determinada. Aquellas bibliotecas que mejor negocien el futuro y mejor servicio presten a la ciudadanía serán las que apuesten por los servicios en red, dejando de operar desde la atomización”, sentencia.
“Todas las transformaciones y modificaciones que impone la revolución tecnológica en la creación, difusión, codificación y uso último de la información y del conocimiento, se producen vertiginosamente cada vez con mayor rapidez. El mundo que vivimos ahora en las bibliotecas era inimaginable hace diez años. Debemos estar preparados y concienciados para un mundo en permanente transformación, y para ellos debemos jugar con modelos flexibles que nos permitan adaptarnos a las nuevas realidades. Darwin ya auguró que las especies que mejor sobreviven a la evolución no eran aquellas más fuertes e inteligentes, sino aquellas otras que eran capaces de adaptarse a los cambios”.
Según Hilario Hernández en el ranking de políticas bibliotecarias por comunidades autónomas españolas, se llevan la palma las gestionadas en Castilla-León, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco. En relación con otros países europeos, el hábito lector de los españoles presenta “déficits importantes”. Para Hernández “en España está todavía pendiente la creación de una sociedad lectora”, y recuerda que en nuestro país “el proceso de alfabetización se inició muy tarde, de tal manera que al final del siglo XVIII el porcentaje de personas alfabetizadas en países como Inglaterra, Francia o Noruega, superaba el 80 por ciento de la población, mientras que en España inauguramos el siglo XX con el 30 por ciento de la población alfabetizada. Partimos de una cultura en la que la lectura no era especialmente valorada. Nuestro héroe por excelencia, el Quijote, se volvió loco al decir de sus paisanos por la cantidad de libros que leía. En los últimos 30 años esa tendencia se ha ido modificando, aunque los mayores déficits se perciben en las generaciones por encima de los 50 años”, avanza.
A los políticos que están tentados de aminorar presionados por la crisis los presupuestos destinados al mantenimiento de las bibliotecas, Hilario Hernández les recuerda que dichos centros “no son un gasto, sino que hay que entenderlos como una inversión de futuro. Los bibliotecarios norteamericanos pusieron de moda una frase hace cuatro años cuando se practicaron una serie de brutales recortes en centros públicos: recortar en tiempos de crisis en bibliotecas era como en tiempos de epidemia recortar en hospitales. Precisamente en tiempos de crisis económica necesitamos más inversión en mejorar nuestra cualificación humana y profesional. Las bibliotecas públicas, junto con la Educación, son los servicios que hemos inventado los humanos para poder ayudar a los individuos a entenderse y respetarse como seres inteligentes y libres”, concluye el especialista.
SITUACIÓN DE LAS BIBLIOTECAS ESPAÑOLAS
Un informe de situación realizado por Hilario Hernández y Natalia Arroyo publicado este mismo año, ofrece una radiografía certera de la realidad de las bibliotecas en nuestro país. En 2011 en España se contabilizaron 6.608 bibliotecas (unidades administrativas), que prestaban servicio a través de cerca de 9.000 puntos de servicio (8.963 exactamente), según la estadística bienal de bibliotecas que elabora el INE. Casi dos terceras partes de estas bibliotecas son bibliotecas públicas, según la tipología oficial utilizada por el INE (el 63,0% de las bibliotecas y el 62,6% de los puntos de servicio).El 92,3% de los niños encuestados en el estudio Hábitos y lectura de libros en España realizado en 2011, señala que sabe de la existencia en su centro escolar de un centro de lectura, si bien casi la quinta parte de ellos (18,5%) declara también que no acude a ella nunca o casi nunca. La tercera parte de las bibliotecas registradas por el INE (32,7%) no sobrepasa las 20 horas de apertura semanal y tan solo 2 de cada 10 sobrepasa las 40 horas semanales de servicio.
Los fondos con que cuentan las bibliotecas alcanzaron a finales de 2010 los 246,2 millones de documentos, 10,5 millones más que en 2008 y 67,2 millones más que los registrados en 2002. El personal incluido en las plantillas de las distintas bibliotecas ascendía a 21.475 trabajadores, la mitad de ellos (49,7%) empleados en las bibliotecas públicas y más de la cuarta parte (27,3%) en las universitarias. El conjunto de las bibliotecas generó en 2010 un gasto corriente de casi 1.000 millones de euros (exactamente, 984,7 millones), de los que el 46,0% correspondió a las públicas; el 34,6%, a las universitarias; el 13,8%, a las especializadas; el 3,2% a la Nacional; el 2,1% a las bibliotecas centrales de comunidades autónomas; y un 0,3% a las de grupos específicos de usuarios.
La comparación de los datos económicos de 2010 con los de años anteriores pone en evidencia que la crisis económica había hecho ya mella en los presupuestos bibliotecarios. Por lo que respecta a la financiación del gasto bibliotecario, es preciso destacar que más de la mitad de las bibliotecas españolas (el 54,7%) están financiadas por la administración local (el 47,8% por los ayuntamientos, más un 6,9% por parte de diputaciones provinciales y cabildos o consejos insulares). La administración local tiene un protagonismo especial en la financiación de las bibliotecas públicas (81,1%). Una de cada 10 bibliotecas (10,5%) está financiada por la Administración General del Estado y 2 de cada 10 (20,8%) obtiene su financiación de la administración autonómica.
Un informe de situación realizado por Hilario Hernández y Natalia Arroyo publicado este mismo año, ofrece una radiografía certera de la realidad de las bibliotecas en nuestro país. En 2011 en España se contabilizaron 6.608 bibliotecas (unidades administrativas), que prestaban servicio a través de cerca de 9.000 puntos de servicio (8.963 exactamente), según la estadística bienal de bibliotecas que elabora el INE. Casi dos terceras partes de estas bibliotecas son bibliotecas públicas, según la tipología oficial utilizada por el INE (el 63,0% de las bibliotecas y el 62,6% de los puntos de servicio).El 92,3% de los niños encuestados en el estudio Hábitos y lectura de libros en España realizado en 2011, señala que sabe de la existencia en su centro escolar de un centro de lectura, si bien casi la quinta parte de ellos (18,5%) declara también que no acude a ella nunca o casi nunca. La tercera parte de las bibliotecas registradas por el INE (32,7%) no sobrepasa las 20 horas de apertura semanal y tan solo 2 de cada 10 sobrepasa las 40 horas semanales de servicio.
Los fondos con que cuentan las bibliotecas alcanzaron a finales de 2010 los 246,2 millones de documentos, 10,5 millones más que en 2008 y 67,2 millones más que los registrados en 2002. El personal incluido en las plantillas de las distintas bibliotecas ascendía a 21.475 trabajadores, la mitad de ellos (49,7%) empleados en las bibliotecas públicas y más de la cuarta parte (27,3%) en las universitarias. El conjunto de las bibliotecas generó en 2010 un gasto corriente de casi 1.000 millones de euros (exactamente, 984,7 millones), de los que el 46,0% correspondió a las públicas; el 34,6%, a las universitarias; el 13,8%, a las especializadas; el 3,2% a la Nacional; el 2,1% a las bibliotecas centrales de comunidades autónomas; y un 0,3% a las de grupos específicos de usuarios.
La comparación de los datos económicos de 2010 con los de años anteriores pone en evidencia que la crisis económica había hecho ya mella en los presupuestos bibliotecarios. Por lo que respecta a la financiación del gasto bibliotecario, es preciso destacar que más de la mitad de las bibliotecas españolas (el 54,7%) están financiadas por la administración local (el 47,8% por los ayuntamientos, más un 6,9% por parte de diputaciones provinciales y cabildos o consejos insulares). La administración local tiene un protagonismo especial en la financiación de las bibliotecas públicas (81,1%). Una de cada 10 bibliotecas (10,5%) está financiada por la Administración General del Estado y 2 de cada 10 (20,8%) obtiene su financiación de la administración autonómica.
Comentarios
Publicar un comentario
¿Quieres comentar este post?